Vemos los escaparates cada vez que salimos de casa, si nos falta algo no cuesta nada bajar y comprarlo, sabemos cómo se llama el dependiente y el dueño ya conoce nuestros gustos. Quizás el comercio del barrio no tenga los ofertones de las grandes cadenas (aunque también se apuntan a las promociones) o la variedad de marcas de los gigantes de la distribución, pero su proximidad, cercanía de trato o identidad son ventajas con las que cuesta competir.
Nada como ir a una frutería en la que te avisan de que la semana que viene llegan los nísperos, tu fruta favorita, o la dependienta de la tienda de cosméticos que te aconseja qué crema va mejor a tu tipo de piel. Si te has quedado sin arroz bajas al súper de la esquina y si se avecina la declaración de la renta sabes que puedes acudir al gestor que lleva años ayudándote en los temas fiscales.
La mala noticia es que van desapareciendo, engullidos por otro tipo de tiendas con menos personalidad pero con ventajas que también apreciamos como consumidores. Según el Directorio Central de Empresas (DIRCE), el año 2018 terminó con 6.998 empresas de comercio activas menos que en 2017, «lo cual da una idea de la debacle que está viviendo el sector y que supone la pérdida de miles de puestos de trabajo», lamentan desde la Confederación Española de Comercio (CEC). Los que sobreviven al tirón de las cadenas y grandes superficies son precisamente los que mejor explotan las virtudes del pequeño comercio. Estas son sus 10 principales ventajas, según destaca la Confederación Española de Comercio.
Cercanía
El comercio de barrio es el que conocemos de toda la vida. «Detrás del mostrador están nuestros conocidos, nuestros vecinos, familias que mantienen sus negocios incluso desde hace varias generaciones. Personas que llaman a sus clientes por sus nombres y que se desviven por ofrecer siempre lo mejor», resalta Manuel García-Izquierdo, presidente de la CEC. Conocer al comerciante te ayudará a tomar mejores decisiones. La experiencia de compra con alguien a quien conoces bien siempre tendrá valor añadido.
Hablamos de pequeños comercios que van pasando de padres a hijos, muchos de ellos aún gremiales, en los que se transfiere el conocimiento de una generación a otra. El Instituto de la Empresa Familiar (IEF) calcula que el 88% de las sociedades españolas son de tipo familiar, aunque de muy diverso tamaño.
Atención al cliente: trato personalizado y especialización
Según García-Izquierdo, el comerciante local solo vende productos que conoce bien y en los que cree. Probablemente lleva muchos años vendiéndolos y se ha convertido en un experto en ellos, «por eso se implica personalmente en explicar sus beneficios a sus clientes, asesorando y dedicando tiempo y mimo a cada uno de ellos. Un trato cálido y humano que va ligado a otro de los valores principales del comercio de proximidad: la confianza». El vínculo con el cliente es el mayor activo del pequeño comerciante. Ellos se esforzarán por darte el mejor producto para tus necesidades en cada momento y conocen perfectamente su oferta porque la elaboran ellos mismos.
Eso sí, para mantener la ventaja que supone esta atención personalizada es esencial que esté presente en todas las fases de la venta, desde el asesoramiento hasta las posventa.
Sostenibilidad y proximidad
La proximidad hace que sea un comercio sostenible, ya que permite que el consumidor pueda ir a pie, reduciendo así el gasto en el traslado y las emisiones provenientes de distintos medios de transporte y disminuyendo de manera decisiva nuestra huella sobre el medio ambiente. Por otro lado, muchos tenderos apuestan por el producto local, de manera que también se evita que la mercancía venga de lejos y contamine durante su transporte.
A esta ventaja los comerciantes añaden que la cercanía facilita el acceso a determinados colectivos, especialmente la tercera edad, mejorando así su calidad de vida.
Genera riqueza y empleo local
Con ellos se fomenta la actividad emprendedora de pequeños empresarios y autónomos y genera miles de empleos, contribuyendo de esta forma a la riqueza y la recuperación local. Los comercios mejoran el barrio. Además, pone a disposición de los ciudadanos principalmente mercancía de productores locales. Los pequeños comerciantes conocen de primera mano a estos productores, lo que ofrece una garantía de calidad añadida.
El comercio minorista registraba al terminar 2018 más de 1,9 millones de afiliados a la Seguridad Social, de los cuales el 37,1%, es decir, más de 700.000 personas, eran autónomos.
Contribuye al equilibrio y mejora de la economía doméstica
García-Izquierdo también cree que las compras en los comercios de proximidad se ajustan más al presupuesto de los consumidores, «ofreciéndoles lo que necesitan en cada momento, sin incitarles a que compren más de lo inicialmente previsto».
Saber que lo que se necesita está siempre a nuestro alcance nos salva de tener que acumular productos —con el riesgo de que nos caduquen, por ejemplo— o de hacer compras excesivamente grandes. Además, evitamos ciertas técnicas de marketing excesivamente agresivas que se utilizan en grandes superficies comerciales para incitar a que compremos más de lo que necesitamos. Claro que los pequeños comerciantes recurren a estrategias de venta. Pero lo hacen con los productos de mayor necesidad y, dado que su principal ventaja es la proximidad, no pretenden que hagas una compra para un mes, sino que vuelvas con frecuencia.
Diversidad
El comercio de proximidad hace que cada barrio se convierta en una miscelánea de distintos establecimientos, especializados cada uno de ellos en un tipo de producto, que hacen que los vecinos encuentren todo lo necesario en un radio de unas pocas manzanas.
Las características y singularidad de las tiendas se convierten en una seña de identidad muy importante en nuestros barrios, pueblos y ciudades. Lo que ofrecen es a menudo difícil de encontrar en los grandes centros comerciales, todos bastante parecidos en cuanto a oferta y formato. En una gran superficie no suele haber artesanos, ni marcas locales, ni pequeños productores.
En tu móvil
Las tiendas de barrio se han adaptado a los nuevos tipos de consumo. Compiten con las grandes incluyendo servicio online en su oferta. Su tamaño no es óbice para que vendan en Internet, la mejor manera de ser crecer y llegar a todo el mundo. Los vecinos pueden así efectuar pedidos sin tener que pasar por el local, mientras trabajan, y dejarse caer al volver a casa por la tienda o recibir su compra directamente en su domicilio.
Ofrecen sus productos o servicios mediante webs o apps —Manzaning, por ejemplo, te trae los productos de tiendas de proximidad y mercados a casa, y otras como Just Eat o Glovo para comida y otras compras a domicilio—, como a través de las principales plataformas de venta online, como Amazon.
La presencia en redes sociales tampoco es ajena a los pequeños comercios. Mediante estas plataformas consiguen involucrar y darse a conocer al público más joven, comunicar ofertas especiales o crear una imagen de marca que comunique sus principales fortalezas.
Hace ciudad y da seguridad
Tampoco hay duda de que estas tiendas animan y dan vida a los barrios, generando tráfico peatonal en las ciudades y pueblos. Pasear por las calles de tu barrio encontrando a cada paso lo que necesitas es un lujo que deberíamos valorar. No hay nada más triste que pasar por una zona que antes estaba llena de vida gracias a la actividad comercial y que hoy está desierta tras el cierre de establecimientos.
Además, «el comercio local contribuye a la seguridad en nuestras calles, manteniéndolas iluminadas día y noche, y evitan la degradación de los barrios», remarca el presidente de la CEC.
Comercio y ocio se complementan
Cada vez es más común que administraciones o empresas elijan las calles más comerciales para organizar actividades culturales o de ocio, lo que consolida la afluencia de consumidores a esos puntos de interés. «El comercio fomenta y potencia, de esta forma, las actividades empresariales de ocio de una ciudad, siendo un importante estímulo para las mismas», apunta el responsable de la CEC.
Incluso las propias asociaciones de comerciantes idean eventos o actividades para aportar un valor añadido a su negocio y animar a clientes a acudir a la zona. Por ejemplo, durante cuatro días de junio, el madrileño Barrio de Las Letras se convierte en un escaparate para el mundo de la decoración. DecorAcción es un evento que recoge las novedades más sorprendentes del sector y que cuenta con más de 100 interioristas e instalaciones, conferencias, teatro, conciertos y alguna que otra cita gastronómica. Sin la vida del pequeño comercio muchas de estas actividades no serían posibles.
Turismo de compras
No podemos olvidar que los escaparates de nuestras ciudades atraen también a numerosos turistas a llevar a cabo numerosas compras, haciendo más atractiva la visita a nuestro país y potenciando la marca made in Spain. De hecho, es frecuente que buena parte de las referencias que venden nuestras tiendas estén fabricadas en España. «El comerciante local es el mejor embajador de nuestro país para hacer llegar a quienes nos visitan productos de calidad y un trato único», remata García-Izquierdo.
Ayuda a luchar contra la despoblación rural
El comercio de proximidad contribuye a paliar la despoblación de las zonas rurales «ya que la supervivencia de muchas pequeñas áreas poblacionales depende en gran medida del mantenimiento de los comercios establecidos en las mismas, que acercan a sus habitantes productos y servicios de primera necesidad», recuerda el Presidente de la Confederación Española de Comercio.
No hay que olvidar que el 30% del territorio concentra el 90% de la población española, un proceso que avanza año tras año y que ha llevado a los expertos a hablar de la España vacía.
Fuente: https://elpais.com