A la hora de elegir los electrodomésticos, es importante pensar en el efecto que tienen en la salud de las personas. La seguridad eléctrica, el ruido, las vibraciones, la capacidad de conservación de alimentos, la eliminación de ácaros y bacterias… son factores a tener en cuenta.
La mayoría de las personas nos fijamos en los mismos factores a la hora de adquirir un electrodoméstico: sus medidas, su precio o las prestaciones que ofrece. Generalmente, hay un aspecto que pasamos por alto y que tiene igual o incluso más importancia que los anteriores: la influencia del aparato en nuestra salud, tanto para bien como para mal.
En el caso del frigorífico, es importante pensar en las necesidades de la familia para definir el tipo de aparato que necesitamos. ¿Sus riesgos? Si no se regula bien la temperatura, puede congelar demasiado, con lo que gastará más y no mejorará los alimentos ni los sabores. Además, hay que instalarlo fuera de fuentes de calor y con espacio suficiente para que no se dificulte la ventilación.
La lavadora, por su parte, es una gran aliada contra las alergias. Existen marcas y modelos con programas especiales para personas con este problema. Asimismo, son útiles para mantener a raya algunos nidos de ácaros. La secadora ayuda en esta tarea de higiene, sobre todo en el caso de prendas que no resisten un lavado con agua caliente.
Otro electrodoméstico habitual es el horno. Los convencionales permiten acabar con las bacterias durante el cocinado y, además, comer de forma más saludable.
Finalmente, hay otro aparato imprescindible: la campana extractora. Es esencial elegir modelos silenciosos y no olvidar cambiar el filtro a menudo, así como mantenerlas limpias para su eficacia.