En los próximos años el televisor está destinado a volver a ser el centro del entretenimiento en el hogar. No solo han aumentado la oferta y demanda de las plataformas de streaming, los deportes en directo o los videojuegos.
El mayor nivel de detalle se apreciará sobre todo en los deportes, películas y series de acción, o en los documentales, que cada vez más contienen primeros planos de enorme calidad. Y también los videojuegos explotarán este salto cualitativo en la resolución.
Estas pantallas se basan en el procesador 8K, que integra inteligencia artificial. Gracias a ella, el chip del televisor es capaz de analizar todas las imágenes que llegan, detectando formas y colores. A partir de esta base, el procesador colorea píxel a píxel para afinar la definición y disimula las imperfecciones de cada fotograma. Los algoritmos de este sistema aprenden a medida que procesan y transforman las imágenes en 8K, de manera que, cuantas más veces lo hagan, mejor trabajarán y más irán aprendiendo.
Se espera que el número de televisores 8K se acerque a los dos millones de unidades. Un incremento sustancial cuando en 2018 apenas se vendieron 20.000 unidades. Como ocurrió con el 4K, han aparecido antes las pantallas que el contenido. Sin embargo, ya se ha creado una tecnología para convertir de forma eficaz el vídeo de menor resolución a 8K.
EL 8K EN CIFRAS
Para hacerse una idea de los números, una imagen en 8K despliega 7680×4320 píxeles. Esto quiere decir que dentro de la pantalla se generan algo más de 33 millones de píxeles. En comparación, el 4K contiene 8 millones de píxeles. El espectador seguirá viendo la imagen con una alta calidad –sin distinguir la separación entre píxeles– aunque se acerque más.
Fuente: ADEN