Un frigorífico vacío gasta mucho más que uno que está lleno. Porque aunque al principio costará más enfriar todos y cada uno de los alimentos dentro de la nevera, después les costará menos mantener el frío gracias a las propiedades termoestables del agua que contienen.
¿La principal diferencia? Una nevera llena contiene menos aire y, por lo tanto, el intercambio de aire caliente con el exterior será mucho menor que si estuviera llena. Por lo tanto, es preferible mantenerlo lo más lleno posible y, no hace falta decir, que cuanto menos abramos la puerta de la nevera, ¡mejor!
Tener la nevera organizada es fundamental para que cada alimento reciba el frío que necesita y se conserven de manera eficiente. Es importante que los alimentos no toquen la nevera y sean colocados en su lugar correspondiente:
- En la puerta: Es la zona menos fría de la nevera (recibe mucho más contacto con el aire caliente del exterior). Es la ideal para los alimentos que necesitan ser conservados en menos frío, como son los huevos, las salsas, los zumos, el vino o las mermeladas.
- En la parte superior. Se colocarán productos ya abiertos que no necesitan ser conservados en un frío muy elevado y que no pierden propiedades, como es el tomate frío, los embutidos o la nata.
- En la parte media. Se deberán poner los lácteos como quesos y yogures, los productos abiertos y las sobras de los otros días (en paquetes herméticos o de cristal).
- En la parte baja. Es la parte más fría de la nevera. Aquí van los productos perecederos como la carne y el pescado. La mayoría de neveras incorporan una caja especial para proteger estos alimentos del aire caliente del exterior al abrir la puerta de la nevera.
- En los cajones. Guarda en ellos las frutas y verduras que requieran ser refrigeradas, excepto frutas de origen tropical, cebollas, patatas y ajos.