Una caldera de condensación es uno de los equipos para calefacción más eficientes del mercado. Esta caldera incorpora una serie de innovaciones para la disminución de los gases tóxicos a la atmósfera, así como, un aumento de la eficiencia, confort y la seguridad en nuestra vivienda.
Las calderas de condensación son una evolución de las calderas de gas estancas, con un diseño adaptado para aprovechar mejor la energía calorífica que se genera en la combustión. Su funcionamiento consiste en aprovechar el calor que se genera, al enfriar el vapor de agua que contiene el humo de la condensación.
1. Eficiencia energética alta
Las calderas de condensación son las calderas más eficientes debido al aprovechamiento de la energía térmica contenida en los humos de escape de la combustión. Comparando una caldera mural estanca de gas que se instalaban hasta hace poco, y una caldera de condensación, vemos que la diferencia de rendimiento es relativamente importante.
2. Mejor regulación en función de la demanda
En las calderas convencionales, la temperatura de los humos y del agua de la caldera, está por encima de la temperatura de rocío de los gases. Por ello, los humos salen con toda su energía calorífica y los restos de la combustión. Esta circunstancia les impide ajustarse eficazmente a las variaciones de la demanda de consumo de agua caliente.
Como ya hemos explicado, esto no ocurre con las calderas de condensación, ya que se aprovecha la energía de los humos, absorbiendo gran parte de su temperatura y generando condensación con restos de la combustión, y al mismo tiempo baja la temperatura de los humos por debajo de la temperatura de rocío.
3. Más silenciosas
Las calderas de condensación funcionan sin paradas, es decir, van modulando su llama en función de la demanda, y de esta forma es posible evitar el sonido explosivo típico de las calderas tradicionales cuando se demanda agua caliente y la caldera se enciende y se apaga.
Además, el ventilador que inyecta la mezcla de aire-gas, es también modulante, por lo que se adapta a la cantidad de combustible que quemamos, y por ello es más silencioso.
4. Ahorro en la factura de gas
Gracias al aprovechamiento del calor de los humos, unido a la posibilidad de modular la llama en el quemador, es decir a modular el consumo de gas en función de la temperatura de entrada del agua, las calderas de condensación son capaces de conseguir un ahorro que está entre el 25 y el 30 % del consumo de energía, con respecto a una caldera tradicional.
5. Reducción de emisiones contaminantes
Como ya hemos comentado al condensarse la humedad que contienen los humos de la combustión, las gotas de condensación arrastran consigo parte de los restos de esa combustión, partículas de carbonilla, con el azufre que contienen los gases combustibles, y otras suciedades que son contaminantes. Gracias a esto las calderas de condensación reducen hasta en un 70%, las emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) y dióxido de carbono (CO2).