El tamaño de la estancia, la potencia o la antigüedad condicionan el consumo final
En esta época a muchos les entran las dudas sobre cuál es la mejor opción para mantener una casa cálida y conseguir que el ambiente conserve una buena temperatura y no se enfríe demasiado rápido. Esta cuestión es especialmente importante este año, dado que los precios están por los aires y muchos intentarán ahorrar lo máximo posible con la calefacción del hogar, que suele ser cara.
En el mercado, por suerte, hay muchas opciones a tener en cuenta. Algunos tienen calefacción centralizada o bombas de aire de calor pero, a la práctica, muchos españoles acaban tirando de electrodomésticos más básicos para acabar con el frío repentino. Calefactores y radiadores eléctricos son los más habituales en los hogares españoles. La gran pregunta es cuál es la mejor opción.
Tamaño de la habitación, tiempo, potencia…
En todo caso, tanto calefactores y radiadores son ideales porque son portátiles, no tienen grandes dimensiones ni requieren de grandes instalaciones, pueden ser usados de forma puntual y son mucho más económicos que otras alternativas de climatización. A partir de aquí todo depende de cada caso. Las dimensiones de la zona a calentar, el tiempo con el que se quiere resolver la cuestión climática y el coste que tiene su uso son los aspectos a tener más en cuenta antes de decidirse por uno u otro.
Además, hay que tener en cuenta que estos electrodomésticos suelen tener una larga vida útil pero que, los más antiguos, consumen mucho más de por sí que los últimos modelos, que intentan ser lo más eficientes posible. Los expertos valoran, pues, renovar estos aparatos para tener una mejor clasificación energética y seguir teniendo un rendimiento similar y gastar mucho menos. Los que tienen las letras A o B serán los que serán más eficientes.
Igualmente, hay que aprovecharse de los productos con termostato, ya que así pueden apagarse automáticamente cuando se consigue la temperatura deseada. Los electrodomésticos más nuevos permiten, incluso, ser activados de manera remota, de manera que cuando uno llegue a casa pueda encontrarla caliente.
Así, el calefactor parece ser más indicado para habitaciones de tamaño reducido: permite calentar de manera rápida y eficaz. Sin embargo, tiene una pega importante, ya que si se usa con frecuencia puede llegar a encarecer sustancialmente la factura de la luz, y más con los precios que se ven en el mercado de la electricidad.
En este sentido, hay que tener en cuenta que el calefactor consume en función de la potencia y del tiempo que está encendido. Por poner un ejemplo, los que tienen menos vatios pueden consumir hasta tres veces menos que los más potentes, aunque también calentarán más poco a poco. Lo más habitual son los que tienen potencias de entre 1.000 y 2.500 vatios
El radiador, por otro lado, tiene un uso más recomendable para estancias de mayores dimensiones o para quienes quieren conseguir que la temperatura permanezca el máximo de tiempo posible en la habitación. Su precio suele ser más caro que el del calefactor pero también suele presentar más niveles de potencia y un consumo más racional. Entre sus ventajas también destaca su alta inercia térmica y que, una vez apagados, todavía siguen emitiendo calor.